Mi vida se parece a casi cualquier película de Hayao Miyazaki

Siempre me ha gustado leer entre líneas. Desmenuzar, analizar, comprender. Extraer la esencia. Enaltecer el simbolismo (y plasmarlo en muchas de mis acciones, a nivel sentimental). Ocasionalmente me siento identificado con algún mensaje de fondo en libros y películas, como de seguro a mucha gente le pasa. Quizá últimamente he prestado más atención a esos mensajes de fondo, en el intento de darme ánimo estos últimos meses y convencerme de que las desgracias que me pasan a mí, también les ocurren a otros. Quizá por instinto hasta terminé comprando los llamativos Ser feliz me da vergüenza y otros cuentos, y Estoy cansado de mí y otros cuentos, de S. Wainrach. Pero me he dado cuenta que nada me ha causado tanto esa sensación de “espejo”, de verme reflejado en el simbolismo de una obra externa, como los filmes de Hayao Miyazaki.

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No soy un otaku, no leo mangas ni veo series animé (salvo por InuYasha y Evangelion, en una época y contexto muy específico), pero algo entendí desde aquella vez que vi Spirited Away (El viaje de Chihiro), y luego continué con El castillo en el cielo, El castillo errante de Howl, Princesa Mononoke, entre otras, hasta llegar a la más reciente El viento se levanta. Todas son historias dispares, pero todas confluyen en elementos que terminan reflejando mi vida casi a la perfección. El análisis recurrente de sus obras se centra en sus mundos invisibles, las alusiones a la infancia y los sueños, que en su mayoría invitan a una profunda reflexión del espectador, pero a mí me causan algo más que eso. Una buena parte de las cosas que me pasan (buenas o malas), me pasan por imaginar demasiado, a veces soñar despierto y apostar a que algunas situaciones o ideas más propias de algún mundo imaginario, tendrán cabida en este mundo real. A veces siento tener el suficiente talento o fuerza para sobreponerme a un obstáculo, y el resultado puede ser positivo o negativo, pero al final del día una parte de mí se sigue sabiendo tan vulnerable como uno de los personajes salidos de Studio Ghibli.

Por alguna razón no tan misteriosa, me impresiona/refleja bastante también, conocer la visión romántica de Miyazaki detrás de la animación (extraídos de aquí):

“To my way of thinking, creating animation means creating a fictional world. That world soothes the spirit of those who are disheartened and exhausted from dealing with the sharp edges of reality, or suffering from a near-sighted distortion of their emotions (…)”

A mi manera de pensar, crear animación significa crear un mundo ficticio. Ese mundo alivia el espíritu de aquellos que están desanimados y agotados de lidiar con los bordes afilados de la realidad, o sufren de una distorsión miope de sus emociones.

…o su propósito en crear tales filmes:

“My foundation is this: I want to send a message of cheer to all those wandering aimlessly through life.”

Mi fundamento es este: Quiero enviar un mensaje de alegría a todos aquellos vagando sin rumbo por la vida.

No pretendo spoilear nada más, ni creo que tenga sentido a efectos de este post, en especial a quienes estén familiarizados con la filmografía de este Director, pues podrán darse cuenta a qué me refiero. Para quienes no lo estén, y les interese conocer más solamente leyendo, puedo recomendar un par de análisis a fondo de sus obras, en español e inglés. Pero si es por recomendar algo mejor, entonces sugiero ver cualquiera de las películas en cuestión.
Tal vez comenzar por El castillo en el cielo.



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