Tormentas que impiden romper espejos

Frecuentemente veo tonteras dando vueltas, acerca de que un planeta invisible nos caerá encima, que nos acercamos a un cinturón de fotones, que los extraterrestres nos invadirán en una fecha determinada y cosas así. Indefectiblemente, casi todas esas patrañas pseudocientíficas conducen a la destrucción de la Tierra, o el fin de la vida en ella. Parece que los humanos estuvieran obsesionados con ver el planeta volando en mil pedazos.

No obstante, lo único rescatable que puedo desprender de allí, es el hecho de lo que uno siente, o sentiría, ante la noticia de un evento tal que conduzca a tu muerte. Analizándolo racionalmente, uno podría decir que una noticia así sólo sería válida en parte, porque si alguien me dice que voy a morir en 1 año porque nos chocará un asteroide, nada me dice que no pueda morir en 7 meses, el próximo mes o en una hora, por una razón distinta. Ahora, voy al hecho de lo que uno siente al saber la noticia, pues es común ver que cuando alguien es diagnosticado con cierta enfermedad terminal y le comunican que le quedan unos 3 meses de vida, el paciente busca “aprovechar” esos 3 meses, o más exactamente, hacer todo lo que antes no había podido, querido o atrevido a hacer. La gente reacciona así debido a que funciona en base a estadísticas: como la probabilidad de morir en el trayecto de la casa al trabajo en un día común y corriente es, digamos, de 0.00001%, a nadie le molesta ocuparse de aquello que ha postergado, pero si esa probabilidad aumenta a 99,99999% en 3 meses más por una enfermedad terminal, enseguida esas cosas cobran valor.

Comento todo ello porque yo también soy una víctima del “postergacionismo“, y prefiero retrasar “por el momento” aquellas cosas que no he querido, podido, pero principalmente las que no me he atrevido a hacer. No me refiero a saltar en paracaídas ni escalar una montaña, porque esas cosas siempre me han dado miedo y ni loco las haría; me refiero a acciones que no me he atrevido a concretar, pero que sé me reportarían un beneficio muy grande en caso de que el resultado de la acción sea positivo. Lamentablemente es muy difícil dar ese tipo de pasos para sujetos como yo. Y es que el miedo al fracaso es como un espejo: mientras uno permanece quieto, sin actuar y postergando, lo único que se ve es a uno mismo, con rostro apesadumbrado y temeroso; en algunos casos la sensación es tan grande que ni siquiera se quiere ver al espejo, y prefiere hacerse la vista ciega. Mientras que, quien decide a ejecutar la acción, lo que hace es romper el espejo y simplemente ver lo que hay del otro lado: el maravilloso bosque verde, floreado e iluminado del éxito, o los oscuros, marchitos y tenebrosos parajes del fracaso.

Supongo que mi ejemplo más cercano es no haber entrado a estudiar astronomía, por el miedo a fracasar con las matemáticas; en mi caso no se si es algo que estoy postergando o definitivamente le estoy haciendo la vista ciega, pero el mayor temor de alguien que le teme al fracaso, es no saber qué habría pasado si se decidiera a romper el espejo. Porque uno puede ir por la vida evitando romper muchos espejos, y mantenerse agazapado esperando que se nos presente un espejo (una decisión) cuyo resultado sea claramente favorable; de ser así, nos olvidaríamos rápidamente de los espejos que dejamos pasar, pero ello no ocurre porque los humanos no somos inmortales. Entonces, a medida que uno envejece se sigue pensando de vez en cuando en aquellas decisiones postergadas u obviados, porque en el momento de nuestra muerte ya no será posible realizarlas. Ya no será posible romper ninguno de esos espejos, ni saber lo que había del otro lado.

Aterra pensar que las cosas sean así. Y me sorprende a la vez que otras personas parezcan no tener ese miedo al fracaso que representa tomar ciertas decisiones, como confesarle a una chica que le gustas, entrar a una carrera y jugarse por superarla, confesar ciertas cosas que hiciste o te gustaría hacer, solicitar algo en el trabajo, etc. A veces me viene a la cabeza una avalancha de “cegación” y quisiera irme a vivir al campo, lejos de todo, lejos de mi vida llena de postergaciones y miedos. En realidad suelo bromear con expresiones como:
“me gustaría irme al campo y hacer otra vida, lejos de todo… donde sólo esté yo, el pasto y las vacas”

Es como una tormenta, lo que me impide tomar esas decisiones difíciles y de las que ocasionalmente huyo. Sólo eso puede explicar que me ponga tan tembloroso, me suden las manos, la mente me de vueltas y tartamudee al hablar, poco antes de decir o hacer algo de lo cual podría arrepentirme toda mi vida, o que podría entregarme algo muy cercano a la felicidad. También podría darme un término medio, pero creo que es muy difícil no ver este tipo de cosas como absolutas.

Supongo que en vez de escribir toda esta palabrería, el título del post debería haber sido “¿Qué haría si me quedara 1 día de vida?”, y romper un montón de espejos de una vez.


3 thoughts on “Tormentas que impiden romper espejos”

  • Sí… de repente es como bien tonto que uno no haga cosas.
    Cuando yo estaba en tercero medio, un niño del IIIºF se murió. Era un niño re-sano, su única adicción era el deporte, no bebía, no fumaba…
    La cosa es que una amiga por ese entones me comentó que había una niña que estaba re-mal, y que parece que a ella le había gustado por mucho tiempo ese niño.
    Me dio N lata. Ahí como que fui realmente conciente de que en cualquier momento te mueres y todos tus planes futuros se esfuman… o los planes que tenías con otro se esfuman si el otro se muere.
    Y sobre estudiar astronomía, no sé… Yo creo que hay que probar. Si entras a la carrera y te va re-mal… o sea, mal-mal, que no tiene solución, al menos podrás morirte diciendo “al menos lo intenté”.
    Yo era re-buena en matemática en el colegio, y ahora en la U en cálculo I y II me he salvado arrastrando… Y ahora en geometría, después de hacerlo por segunda vez, igual me lo eché. Me sentí re-mal y todo, pensé que quizás no es esta el área que me corresponde, porque me ha ido mejor en los ramos humanistas. Pero bueno, ahora estoy mejor, sigo media picada, pero mejor. Nicanor Parra es un viejo medio loco, y a los locos a veces hay que tomarlos en serio, porque a veces están mas concientes que los no-locos. El dice que hay que estudiar lo que a uno le cuesta, por eso estudió matemática y física. Está bien. Le creo. Le hago caso.
    De repente quiero arrepentirme por haber hecho cosas que por no haberlas hecho. Porque lo primero, si sale mal, te deja con un mal sentimiento por un rato, a veces sufres, lloras y todo, pero después se pasa. Lo segundo te deja con un gran sentimiento de impotencia, que te sigue por siempre… Ahora te lo digo pensando en un niño, que quiero besar, pero no me atrevo, porque tengo miedo de que las cosas cambien… tenemos una relación de amistad muy linda, que no quiero que cambie, porque está bien así.
    Me pasó una vez y fue re-malo por un tiempo, porque de conversar muuuuuuuuuchas horas por MSN y por teléfono, pasamos a conversar en el MSN “hola, cómo estás?, bien gracias” y sería… Pero ahora volvió la buena onda, no sé cómo ni desde cuándo, pero volvió… y creo que los “fracasos” son experiencias por las que uno tiene que pasar…
    Yo espero tener hijos y quiero haberme equivocado harto, para que cuando ellos (o mejor ellas) pasen por algo similar, tener buenos consejos y bien fundamentados. Tú no quieres tener hijos, pero vivirás con gente que tendrá problemas y tú podrías dar consejos… tus alumnos quizás van a estar en situaciones similares a las tuyas y tienes que haber probado, haber tenido éxitos y fracasos, para tener buenos consejos.
    Uuuf… Eso sería por ahora 😉

  • Hola Farid

    Disculpa mi intromisión debido a que no comparto contigo el mismo espacio y contexto y también por querer ser autorreferente a pesar de que no me conoces…

    En primer lugar quiero manifestarte que al verte en persona el año pasado, me sorprendió mucho y por qué no decirlo, la timidez que percibí en ti al intercambiar palabras (Obviamente sería por la sencilla razón de que nos encontramos personalmente por primera vez)…Yo tomaba en cuenta que te dedicas a tantas cosas y que has logrado cumplir lo que te propones además de compartir tu conocimiento de la Astronomía con y hacia otras personas…No estudiaste la carrera de manera formal, pero al fin y al cabo te dedicas a ella a través de tus propios medios y eso de seguro te ha dado satisfacciones…

    Bueno, quería hacerme presente en representación de aquellas personas que se atreven a “romper los espejos”…Y lo que logré ver a través del espejo que destrocé es un panorama reveladoramente difícil pues me atreví a seguir un camino que ansiaba mucho recorrer pero que en realidad no fue lo que me condujo a la plena felicidad. Yo deseaba mucho estudiar Música, a pesar de que era la “segunda opción” después de Astronomía y a causa de mi falta de información respecto a la existencia de ella (en alguna universidad nacional) fue que decidí abandonar esa primera opción y jugármela por ingresar a una carrera que tuviera relación con el “Arte de los Sonidos”, en este caso fue Pedagogía en Ed. Musical…Tenía muchas ilusiones e inmensas expectativas respecto a lo que podría aprender y cómo cambiaría mi existencia “para mejor”: acabar con mi soledad para acercarme un poco más a otras personas y sobre todo aprender a extender mis percepciones y emociones a través de la creación musical. Pude ingresar a la carrera sin haberme preparado en un preuniversitario y me sentía orgullosa de mi misma a raíz de aquello, pero no tenía conciencia de que en realidad no estaba preparada para la “vida universitaria”, consecuencia de, entre otras cosas, la “indisciplina” que adquirí al formarme en un colegio mediocre…Fue así que reprobé una asignatura en el primer año y ahí comenzó mi decepción, ya desde ese entonces (con la misma fuerza que me llevó a estudiar esta carrera) quería sencillamente abandonarla, sin embargo algo me frenó: el temor a lo que pasaría conmigo si “botaba” la posibilidad de aprender lo que yo creía que era lo más importante para mí (la Música), y a sentirme una persona fracasada por el solo hecho de no terminar lo que se había iniciado…Me decidí a continuar la carrera a pesar de la infelicidad que me traía el no poder concretar algunos proyectos musicales que tenía en mente. Sumado a eso, aunque parezca inaudito, el ambiente era y es de hostilidad, porque nunca imaginé cuán grande sería la soberbia y el egoísmo de algunas personas que se dedican a la música…Esto terminó agotándome y por consiguiente me alejó más de las personas…Sobre todo, sabiendo que no tengo ninguna vocación por la pedagogía…
    Terminar esta carrera se ha convertido en un tortuoso pero inevitable trámite, porque lo hice a partir de consejos de personas mayores: Mi práctica profesional fue un verdadero fiasco porque no quise realizar un último esfuerzo por tratar de hacer más agradable la experiencia. Pagué las consecuencias con la indiferencia e insensibilidad de un grupo de quinceañeros, tanto o más infelices que yo que me dieron la más dura de las lecciones al hacerme sentir de que en verdad no sirvo para esto y que no vale la pena seguir intentándolo…Miro hacia atrás y me pregunto: ¿Qué habría sucedido si hubiera tomado una decisión distinta en cuanto a una carrera universitaria? La respuesta estaba presente siempre en mis pensamientos “Hubiera sido más infeliz, porque estaría el resto de mi vida pensando en lo que podría suceder si estudiara música o algo relacionado con ella y, por consiguiente, con las ganas de seguir ese camino”…

    Al menos lo intenté y con una manifiesta ironía me atrevo a decir que me considero “Una música frustrada que estudió algo relacionado con la Música”…

    Gracias por dedicar tu tiempo a decodificar estas líneas en las que expuse mi testimonio…

    Saludos…

  • Wow, wow y doble wow… no sabía que mis divaciones podían provocar ese nivel de catarsis e identificación en el resto. +_+
    Pues me alegro, Consuelo, si con eso pudiste desahogarte. Creo haberme visto reflejado en esa desazón tuya con la música, pero si has logrado sobreponerte a eso, al menos tendrás ese gustito extra en tu “currículum de vida”.
    Y para Layfan, que hiriente (bueno, para mí) eso de “al menos lo intenté” >_< Me llega como una daga, porque hay montón de cosas en donde 'no' puedo jactarme de decir esa frase.
    Ok, tengo 24 años, tal vez haya madurado un poco ahora.

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