Miami, EE.UU.

Desde el 8 al 12 de febrero he estado en Miami, EE.UU., por motivos técnicamente relacionados con mi trabajo, aunque en menor medida que mi anterior viaje, ya que sólo vine a concretar un trámite específico, pero de paso darme muchas vueltas por un lugar donde quién sabe si volveré algún día, pero que definitivamente me gustaría volver.

Miami es uno de esos lugares que tienen todo lo que uno podría buscar en un destino de vacaciones: innumerables áreas verdes, tiendas, playas, flora, fauna, atracciones, paisajes, limpieza (absolutamente ningún papel/basura en el suelo: ninguno) y un largo etcétera. Y ciertamente que una mayoría de sus habitantes hable español, lo hace aún más atractivo y cercano aún si uno se maneja en el idioma inglés. Si bien en ningún lugar la seguridad está garantizada, un poco de sentido común basta para saber dónde conviene o no meterse. No es mi asunto debatir sobre qué le provoca la cultura de Estados Unidos a cada uno, ni me interesa; pero al menos yo me sentí a gusto, y aunque no alcancé a conocer todo lo que me propuse (aún arrendando un auto), estuve cerca. Debo decir que ésta (junto con Cape Town) fue una de esas escasas experiencias que ayudan a aliviarme de mis últimas depresiones.

Nuevamente, no he tenido tiempo de procesar y elegir las fotos más adecuadas, así que la imagen lo-res-ilustrativa al inicio de este post, sólo pretende ilustrar mi destino. Las verdaderas vendrán pronto, por cortesía del nuevo integrante de mi familia… fotográfica.