El amor se parece al proyecto SETI

Volví de mi viaje este lunes. Estuve 1 semana afuera, con la idea de pasar la semana de Fiestas Patrias como se me diera la gana. Es decir, me daba lo mismo si veía banderas chilenas o empanadas, porque no me interesan. Sólo quería aprovechar los días feriados.
Aprovechar… disfrutar… divertirme… no se si hice tales cosas. Estuve en lugares que prefiero mantener en reserva, y sólo me limitaré a decir que pase la mitad del tiempo en Chile y la otra en Argentina. Y estuve con una persona de esas que sabes no olvidarás en tu vida, pero probablemente, destinada a ser palpada sólo en una fotografía. No lo se. Pero de allí surgió este razonamiento.

Depresión con forma de corazón en la superficie de Marte, de unos 2,3 km de ancho, fotografiada por la sonda Mars Global Surveyor en 1999¿Por qué el amor se parece al proyecto SETI?
– El proyecto SETI tiene por misión, desde hace muchos años, buscar señales de inteligencia extraterrestre en el espacio. Dichas señales serían recogidas por alguno de los complejos radiotelescopios que destinan tiempo al proyecto (entre ellos, la famosa antena de Arecibo), y en caso de confirmarse su naturaleza artificial, sería la prueba definitiva de que no estamos solos;
– El amor, desde el punto de vista pareja-hombre-mujer, tiene por misión unir a un par de almas que andan por ahí, y que hasta ese instante no sabían que sentirían atracción; hasta que sus mutuas señales fueron identificadas, por alguno de los complejos mecanismos de detección (entre ellos, la mirada), y en caso de confirmarse su naturaleza compatible, sería la prueba definitiva de que ese hombre y mujer dejarán de estar solos.

Palabrería barata, lo anterior :). Pero en serio, se parecen. Porque, desde el primer momento que sientes una atracción, una fuerza te mueve a buscar las señales de su existencia, de confirmar que esa vaga idea es una realidad; los seres humanos, desde el momento que presintieron que no eran los únicos, se vieron motivados a destinar recursos (en este caso, radiotelescopios), para buscar las señales que confirmen ese presentimiento, aún siendo una idea vaga.

Relacionado con esto, es curioso que el amor y el proyecto SETI sean el tipo de cosas cuyo éxito rara vez está determinado por la estadística, o los paramétros que rigen a una actividad que sigue el método científico. Un chico puede esforzarse mucho por agradar a una chica, incurriendo en las formas más sugestivas, tiernas y delicadas para lograrlo, asumiendo por momentos que, estadísticamente, ese tipo de cosas conduce al éxito en una conquista. Sin embargo, el resultado exitoso (llámese un “sí”) poco depende de estos esfuerzos y más bien se ajusta al Principio de Incertidumbre, donde puedes tener éxito en la primera oportunidad; o bien después de 1 semana; o de 10 años; o bien nunca; o, en otras palabras, el éxito no viene dado por haber seguido todos los pasos correctos, sino por la más pura incertidumbre (en este caso, si la chica también siente algo por el chico).
Con SETI pasa lo mismo. Un astrónomo puede esforzarse mucho por encontrar las señales de esa inteligencia extraterrestre, usando los más grandes y avanzados radiotelescopios, los mejores detectores y el análisis más minucioso del “Water Hole” o las frecuencias más plausibles para encontrar a E.T. No obstante, el resultado exitoso poco ha dependido de estos esfuerzos, y han sido años y años sin “recibir llamada” desde el espacio exterior. En el caso de SETI esta incertidumbre ha llegado a ser angustiante, pues las altas esferas políticas (que otrora financiaban el proyecto) en su momento dejaron de apoyarlo por considerarlo una pérdida de tiempo y dinero (porque claro, SETI no se ajusta a los proyectos científicos que “funcionan“, cuando “has dado todos los pasos correctos“, en un “tiempo razonable“, o por lo menos “predecible“). El éxito de SETI, entonces, es también impredecible (E.T podría llamar mañana, en 2 meses, 15 años, o quizás nunca).

¿Quién es la chica? ¿Quién es E.T.? Ambos son conceptos, símbolos, que atrapan a un individuo (en este caso, un chico). El amor conlleva a una idealización tan potente, que aunque en el fondo sepas que esa chica pueda tener defectos, sus virtudes y potencial son tan poderosos que terminas rindiéndote a la tentación de querer poseerla, desearla, amarla; SETI buscando a E.T. también es una idealización, y para eso baste ver las innumerables historias de ciencia ficción de antaño (y no tan antaño) sobre los seres de otros mundos, más avanzados que nosotros espiritual y tecnológicamente. Los extraterrestres son nuestro próximo “gran paso”, la oportunidad de compartir nuestros conocimientos, oportunidad de sentirnos complementados y en comunión con el resto del Universo, que antes nos parecía tan vacío. ¿No es eso mismo lo que ocurre con el amor entre un chico y una chica?.

Son mundos diferentes. La mente de un hombre difícilmente será comprendida en su totalidad por una mujer, y viceversa. La lógica de E.T. difícilmente será entendida por un humano; ellos quizá nunca nos entiendan. El mensaje de Arecibo es un símil con las cartas de amor, los peluches, los chocolates y las frases rebuscadas y tartamudeantes de un chico que le cuesta decir “me gustas”. El disco de las Voyager es nuestro mejor esfuerzo por mostrarnos amistosos a cualquier-ET-que-lo-encuentre. Y lo más paradójico de todo, es que tanto el disco de las Voyager, el mensaje de Arecibo, y cualquier otro intento de comunicación nuestra hacia el espacio, es una lotería que ni siquiera sabemos si tendrá un ganador. E.T. puede encontrar nuestro mensaje y querer respondernos, pero dadas las distancias interestelares, la respuesta puede tardar miles de años en llegar. Y otros miles de años en llegar la contrarespuesta. Y puede que la respuesta de ellos sea un simple: “Hola, gracias por comunicarse con nosotros, estamos muy bien, pero ya no queremos seguir hablando con ustedes“. ¡Ups! Ergo, los astrónomos se resignarían a decir: “bueno, al menos lo intentamos”.
¡Y el amor es igual! El chico hizo todo lo posible, todo lo que estuvo a su alcance, todo lo que le permitió su imaginación; pero a cambio obtuvo un “lo siento, sólo quiero que seamos amigos”. ¿Qué puede hacer el chico? Exactamente lo mismo: “bueno, al menos lo intenté”.

Tal vez E.T. esté ahí. Tal vez captemos sus señales. Tal vez nos comuniquemos con ellos, y recibamos una respuesta. Y la respuesta puede ser cortante y frustrante, digna de un “al menos lo intentamos“, pero en este Universo lleno de incertidumbre, nunca se sabe lo que puede pasar más adelante. E.T. puede cambiar de opinión, sentir amor por nosotros y regalarnos su mejor sonrisa. Incluso puede venir a visitarnos, compartir voluntariamente sus conocimientos y tecnología más avanzada, y satisfacer esa idealización humana por los seres de otro planeta. O venir a destruirnos sin piedad.

“¡Oh! ¡es verdad, no estamos sólos! SETI ha encontrado a E.T.”. “¡Oh! ¡es verdad, hay amor! El chico ha encontrado a su chica”. Wow!



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