El zorro y el lago
Imagina que eres un zorro del desierto. Astuto y sagaz. Desde que fuiste cría has vivido en el desierto, donde todos los horizontes son igualmente llanos y solitarios. Tus padres intentaron ayudarte desde pequeño, pero tú siempre preferiste valerte por tus propios medios, y confiar en tu inteligencia. Conseguiste todo lo que deseaste, todo lo que un solitario zorro del desierto puede desear: un suave pelaje, abundante comida, cuevas abrigadas para dormir; incluso un lindo colgante de lana que te encontraste, y ahora luces orgulloso en tu cuello.
Has conseguido todo en tu vida, excepto ver un lago. Un lago de aguas cristalinas, puras y limpias, que refleja la luz del sol con maravillosos tonos azules. Durante toda tu vida sólo has visto arena, rocas y algunas plantas, pero nunca tuviste el placer de empaparte en una fuente de agua que refrescase tus ideas y te diera nuevos bríos para vivir. Ocasionalmente viste llover, pero no fue suficiente. Una vez creíste haberlo encontrado, pero sólo era un charco de barro sucio entre la maleza.
Transcurren 24 años en tu longeva vida de zorro, y sigues sin conocer un lago. Has reflexionado con que no debería ser algo tan difícil, porque ni siquiera estás pidiendo el mar y te conformas con que sea un lago, porque sus aguas serán igual de cristalinas y tendrán la misma esencia del agua de un mar. A través de los años tu ansiedad va en aumento, y si antes buscabas el lago con tanta paciencia y moderación, ahora tus deseos son tan fuertes que tus impulsos se ven desbordados. Tienes muy claro como lanzarte, sumergirte, empaparte y refrescarte en aquellas aguas apenas las veas; tienes claro cómo debes rodearlas para encontrar la orilla más suave y cálida; tienes claro que en torno a ese lago habrán plantas, palmeras y frutos, porque sabes que sus aguas atraen la vida y la belleza.
Tu rostro se ve ajado, sediento y ojeroso. Te sientes cansado, y pasas demasiado tiempo viendo las dunas de arena que se mueve en remolinos por el viento. En ese instante, cuando menos lo esperas, lo ves: un lago hermoso allá en el horizonte, rodeado de verdes palmeras y frutos rojos. El sonido de sus aguas te atrae progresivamente, y esa visión es suficiente para que, a pesar de tu cansancio, corras decididamente a ese sabroso manantial. Tu inteligencia no ha mermado, y sigues teniendo muy claro cómo vas a lanzarte, sumergirte y empaparte; sigues teniendo claro cómo debes rodear su orilla y buscar el punto más cálido. Sabes qué hacer, pero tu ansiedad hace que actúes aceleradamente. Mientras corres hacia el lago te tropiezas, te caes, y hasta se te ha caído el colgante de lana.
Pero no te importa. El lago se hace más grande, más claro y más cristalino. Sus gotitas levantadas por el viento parecen impactar tu cara y revitalizarte. Sientes que tus capacidades se ven aumentadas y que tu vida en ese desierto vale la pena. Sin embargo, tus deseos son demasiado poderosos, y no reparas en asegurarte de que tu visión es cierta. Antes creíste ver lagos, pero resultaron ser trampas de furtivos cazadores, cactus espinosos o rocas pálidas. Esta vez estás convencido, y tu determinación se hace más fuerte. Cuando estás a un metro del lago, te detienes. Contemplas su hermosura, el ruidito de sus aguas y los peces que pasean por sus profundidades.
En ese momento, decides no esperar un segundo más. Te lanzas. No puedes esperar. Aguardaste mucho tiempo que el lago apareciera frente a tus ojos, y ahora está ahí. Sabes que debes ser cauteloso, pero tu deseo es más fuerte. Sin embargo, cuando vas en el aire y en trayectoria de caer al lago, te das cuenta de que sólo era un espejismo, que se desvanece y te niega empaparte de ese néctar de felicidad. Cuando caes, te das cuenta que el lado se ha convertido en arenas movedizas, que te arrastran lentamente hacía una lenta agonía de la cual podrás salir, pero te costará esfuerzo, sacrificio y técnicas de supervivencia que afortunadamente aprendiste en tu vida.
Mientras las arenas te atrapan, sabes que has sido una víctima de tu falta de paciencia. Pensaste que el lago te sonreiría y estaría gustoso de recibirte, porque te preocupaste de conquistarlo con tu mirada. Pero no fue así, y te lamentas que las arenas movedizas se remezcan de forma similar al agua, porque sabes que no es agua. Te gustaría convertirla en aguas azules, pero sabes que probablemente no puedas. Mientras lo intentas, las palmeras y los frutos quieren ayudarte, pero tú les dices que te dejen. Que ha sido tu culpa.
Creo que por eso no he tenido éxito en el amor.
Hay zorros que después de caer a la arena movediza y salir deciden que es improbable encontrarse realmente con un lago, así que no les importa lanzarse a otras arenas. Y se dan cuenta que están mojados porque cayeron en un lago sin darse cuenta.
Unos recuerdan sus viejos anhelos y aprenden a nadar, y otros lo siguen tratando como si fueran arenas.
Disculpa por entrometerme nuevamente en tu reciente historia…
En lo personal, detesto con vehemencia aquella visión importada desde el sector norte de nuestro continente la cual nos plantea que todo en la vida se basa en la competitividad, básicamente en el éxito o en el fracaso…
Ya he pasado por la misma situación dos veces…y mi conclusión es que simplemente se ha debido a “fallas de intuición” respecto a mis deseos de entregar cariño a cierto muchacho que he escogido prácticamente “con pinzas”…
No te desanimes, puesto que no vale la pena derrumbarse por un sentimiento incipiente que no pudo ser correspondido…Me parece que gastas demasiada energía en buscar y buscar a la persona con quien deseas dar y recibir amor, comprendo que trates de darle una visión tan racional e incluso con matices hipotéticos a este fenómeno maravillosamente inexplicable que nos merodea de vez en cuando, yo también pretendía teorizar al amor con mucha testadurez hasta que un día me di cuenta de que eso me quitaba el tiempo…
Creo que nosotros (seres humanos) somos, sin lugar a dudas, seres frágiles y complejamente incompletos…eso lo reconozco absolutamente en mi misma y sueño a veces con poder llegar a conocer a ese compañero que dentro de su ser guarda aquellas cosas que yo no tengo o no conozco y sobre todo que encuentre en mi lo que a él le falta y se sienta acogido y completo junto a mi…
Mantengo esa leve esperanza a pesar de detestar las cosas que están pasando en el mundo y percatarme de que vertiginosamente nos estamos convirtiendo en el peor y el más injustificado de los castigos que haya recibido la sabia naturaleza…También me siento identificada con el concepto de que el transcurso de las circunstancias tiene su razón de ser…Estoy sola, me cuesta de vez en cuando relacionarme con otros y quizá es por eso que “amorosamente” no tenga mucho que contar (sólo una cortísima relación con alguien por quien sentía afecto dentro del ámbito de la amistad, hace tres años)…
Mi lado racional me dice que el no estar “en pareja” nunca me ha preocupado…Sin embargo, en dos días más (sábado 10) me titularé de “pobresora” y mi lado emocional me dice que tendré que llorar sola sin poder apoyarme en algún hombro o abrazo varonil, con las inmensas ganas de que este novio imaginario me diga al oído que lo importante es que terminé esta etapa, y que deje de sentir tristeza y frustración porque al menos creí que ese era el camino que yo debía seguir…Muchos pasamos por esto…
No busques más!!! No gastes energías mediante el uso de la razón!!! Ten fe en que el sabio flujo de las circunstancias te conducirán hacia aquella persona que quiere compartir su existencia contigo, que te querrá por lo que eres y con quien te enriquecerás espiritualmente…Quizás no te has dado cuenta de que probablemente ella está cerca tuyo…Has podido lograr tus metas “materiales” gracias a tu inteligencia, pero cuando se trata de los sentimientos el raciocinio nunca te dará una receta precisa acerca de cómo obtener el cariño de una fémina…
No te molesto más con mi ya típica costumbre de extenderme en los comentarios, sólo quería intentar ayudarte un poco…haciendo honor (al menos en parte) a mi nombre “legal”…
PD: concuerdo contigo en que la Psicología es una #”%&/…
Farid:
Noto un alto voltaje de anhelo de pasión pero otro tanto de hartazgo de razón.
¿No será que tú mismo te pones obstáculos o excusas que impiden que disfrutes de tus relaciones?
Hmmm, tal vez tienes razón… no debería osar decir “lo que me supongo” pero me queda claro que eres un intelectual y ése es el mal que les aqueja a ustedes: El hartazgo de la razón.
Sabes? lo que has escrito me recordó a las primeras estrofas de un tango que se llama “Uno” escúchalo -y leélo- es de Enrique Santos Discépolo.
Probablemete te identifiques en algo con él.
(O no sé… tal vez yo estoy fuera de órbita).
Hola!
Tienes razón, escuché el tango y por momentos me pareció que estaba hablando de mí! +_+
Gracias por la visita, luego me doy una vuelta por tu blog 😉