Malabarismo de probabilidades
Ayer fui al centro comercial de la ciudad, alrededor de las 19:00 h. A unos 30 metros hay un semáforo de 3 tiempos y más adelante otro, con una línea de ferrocarril entre ambos. No es un acceso complicado, pero requiere cierta precisión y rapidez para maniobrar y entrar al estacionamiento subterráneo del shopping. Y como otra de muchas veces, aparece un malabarista que aprovecha esos segundos de detención para hacer su show. He visto eso muchas veces, allí y en muchos otros cruces de semáforos en Antofagasta, sólo que esta vez tuve ocasión de fotografiarlo.
No se me ha ocurrido consultar a otras personas qué opinan de estos espectáculos, pero tengo entendido que se hace en varios países, como Uruguay, Argentina, Colombia o Ecuador, por nombrar algunos. Antes sólo los había presenciado como peatón, y ahora como conductor, y lamentablemente debo decir que en ambos casos me parece una práctica riesgosa y poco prudente. Entiendo perfectamente que estas personas quieran hacer un “trabajo digno” para ganar dinero, en vez de robar o estafar, y además con un hándicap artístico. Personalmente me gustan mucho las muestras artísticas y especialmente el malabarismo, por toda la sincronía y concentración que requiere.
Sin embargo, el contexto donde se ubican estos nuevos artistas, lejos de ser penado por una ley que sanciona fuertemente las infracciones de tránsito, se estila libremente sin considerar que se está poniendo en riesgo tanto a peatones como conductores, lo cual varía en peligrosidad según los “implementos” del artista. Para ello quiero citar las dos experiencias que uno puede tener ante estos shows, como peatón y como conductor:
Peatón:
?Escenario. Me encuentro a 2 cuadras de mi casa, y debo cruzar una avenida con semáforo de 3 tiempos. En el cruce por donde debo pasar, un individuo está haciendo malabares con unos pinos (palitroques); al mismo tiempo que yo, unos 5 adultos y 10 escolares (algo apurados) también se disponen a cruzar, tanto en igual como opuesto sentido.
?Hipótesis 1. Logro cruzar sin problemas, entre empujones y escolares corriendo por un cruce relativamente ancho, donde al costado izquierdo está el artista lanzando pinos de madera al aire, y al costado derecho los autos están virando “con luz roja y flecha verde”. En pocos segundos estoy al otro lado de la avenida.
?Hipótesis 2. Voy en la mitad del cruce, y el artista falla su malabar, haciendo que un pino sin control impacte en mi cabeza. Tal vez caiga al suelo aturdido, y en el tiempo que me intentan reanimar, el semáforo ya dio verde y los autos empiezan a tocan sus bocinas como locos. Y se forma un “taco” de duración más o menos variable.
?Hecho concreto. Independiente de si cruzo la avenida sin problemas o con un impacto en la cabeza, el temor previo ante esa eventualidad es suficiente para hacerte algo desagradable una acción que otrora era estadísticamente 99% segura -cruzar con semáforo en luz verde- (atribuyo un 1% de riesgo a casos excepcionales, como un conductor borracho, estúpido o sin frenos que inevitablemente te atropelle).
Conductor:
?Escenario. Me encuentro en el 1° semáforo de 3 tiempos antes de cruzar hacia el estacionamiento subterráneo del shopping. Delante mío aparece un artista con 3 antorchas, que rápidamente enciende para iniciar un temerario malabar con fuego. La calle es de 3 pistas, a un costado tengo una camioneta y al otro un autobús.
?Hipótesis 1. El artista finaliza su acto sin problemas, con las antorchas en todo momento en su control; el semáforo da en verde y tanto yo como la camioneta y el autobús reanudan su marcha. Yo prosigo al estacionamiento, la camioneta vira a la izquierda y el autobús a la derecha. El tránsito es fluido.
?Hipótesis 2. En pleno acto con fuego el artista falla su espectáculo; una antorcha encendida escapa de su control, cae al suelo y rueda rápidamente debajo de mi auto. El artista intenta recuperarla sin éxito. El fuego alcanza un conducto por donde fluye gasolina, y hace explotar el auto conmigo dentro. Independiente cuántos mueran o salgan heridos, el tremendo accidente provoca un caos en una de las avenidas más transitadas de la ciudad.
?Hecho concreto. Independiente de si los autos lograron cruzar sin problemas o alguno explotó por una antorcha errante, el temor previo ante esa eventualidad (bastante fuerte por cierto) es suficiente para hacerte algo desagradable una acción que otrora era estadísticamente 99% segura -esperar detenido en una luz roja- (atribuyo un 1% de riesgo a casos excepcionales, como un conductor borracho, estúpido o sin frenos que inevitablemente te choque).
Esa es mi visión general. Por cierto hay muchos sub-escenarios: que al peatón le caiga una antorcha en la cabeza, que un pino caiga en el parabrisas del auto, que ocurra un accidente X ligado a un fallo en el acto, o incluso que el acto sea con acrobacias tipo cheerleaders, donde el riesgo también va a los mismos artistas (no creo que sea muy divertido para una porrista perder el equilibrio y caer de bruces contra el asfalto).
Una reflexión complementaria a este tema, es sobre las sanciones. Estoy consciente que la ley impone muchas sanciones y responsabilidad a los conductores, lo que no encuentro mal, porque realmente impacta la temeridad con que maneja mucha gente. El único semi-accidente que he tenido fue por una irresponsabilidad mía (en un cambio de pista), pero eso no quita que siempre quiera ser extremadamente precavido al manejar, a pesar que me toquen la bocina por no andar apurado como el resto. Por eso me siento impotente cuando veo cosas como esos malabares (especialmente con fuego) que gratuitamente ponen en riesgo (el artista siempre tiene la probabilidad de fallar) la integridad mía y de mi auto. Y aunque los peatones no lo visualicen en su totalidad, también están impotentes ante lo que pueda pasarles si un acto temerario falla a 30 centímetros de ellos.
Para finalizar, reitero que estos espectáculos sí me agradan, siempre que sea en condiciones seguras. Cuando viajé a La Serena me quedé largo rato viendo malabaristas que actuaban de noche en la plaza central, cuyo espacio estaba delimitado por un círculo para los observadores, por supuesto a una distancia mucho más segura del artista y su acto falible. Creo que en ese sombrero en el suelo llegó mucho más dinero que las fugaces monedas de conductores que sólo deberían estar concentrados en la conducción.
de todas maneras molesto, al menos esos malabares de fuego no me hacen ninguna gracia cuando son ejecutados en la calle, a proposito cómo vas de extra en JB?