1609-2009: 400 años de astronomía
Ya está en todos lados, ya es inminente: 2009 es el Año Internacional de la Astronomía en conmemoración a los 400 años desde que Galileo apuntó por primera vez su telescopio al cielo y comenzara una revolución de descubrimientos que otorgaría un ascenso meteórico a la astronomía óptica, aún en tiempos donde imperaban dogmas y absolutismos religiosos, que como ya sabemos, lo llevaron a Juicio. Escribí un artículo al respecto en la edición #23 de Argo Navis (que incluye un artículo central dedicado a Galileo) y un post en mi sitio web, pero es sólo el principio.
Lamentablemente me vi obligado a cancelar las ediciones PDF de Argo Navis, al menos temporalmente (se detendrán en la edición #23) pero el proyecto continuará mediante una alianza con mis amigos de TauZero, vía artículos sueltos en formato blog. Tengo otros proyectos en mente, tan o más ambiciosos que Argo Navis, por lo que esto no supone una menor actividad de mi parte. Intentaré unirme a proyectos del AIA y tengo pensado ir al ASTRODAY que harán en La Serena a fines de enero. Aún no tengo claro dónde iré de vacaciones en concreto (sufrí una repentina desconfiguración de mis planes) pero intentaré contactarme con amigotes aficionados por ahí. Por ese tiempo dejaré un poquito botado el blog (cuando estoy de vacaciones no estoy ni ahí con tocar un PC), dependiendo de qué tan lejos me vaya esta vez.
A horas que termine 2008, no puedo dejar de hacer notar un fenómeno curioso. La llegada de alguna Fiesta suele ser sinónimo de tradiciones, y en los cambios de año éstas abundan. No es más que una vuelta al principio del calendario, no es más que la Tierra vuelva al mismo punto orbital respecto al Sol en que estaba el 1° de enero de los años anteriores. Pero, no contentos con desearse buena suerte para los próximos 365 días, la lista crece en tradiciones supersticiosas para augurar un mejor destino. Que el anillo de oro en la copa de champaña, que las 12 uvas, que dar la vuelta a la manzana con una maleta… etc. Esas cosas no le hacen mal a nadie, puede argüirse, pero dejan entrever que el ser humano sigue asumiéndose tan vulnerable y dependiente como siempre, al punto de encargarle su destino a una docena de uvas. Y a la ouija, a las hojas de té, a unos naipes, a Dios, a las estrellas.
Pues, será. No puedo más que concluir, “simpáticamente”, que todas esas personas se rigen por lo que se conoce como Apuesta de Pascal, o, en términos coloquiales, “irse a la segura en base a la probabilidad de ser recompensado en vez de castigado“. Yo paso. Prefiero apostar en contra. Prefiero ser como Galileo.
¡Feliz 2009! 🙂