Semana orwelliana
Qué horrible es vivir en un lugar donde a uno lo obliguen a hacer cosas que no quiere, que no le nacen, con las cuales no se identifica, no comparte su idiosincrasia, costumbres ni filosofía, o, en otras palabras, que una parte tan respetable y valiosa de una persona, su propia conciencia, simplemente ejerza su derecho a no hacer algo porque no le reporte utilidad alguna, sin que ese acto de omisión constituya un crimen como para ser sancionado, como si uno fuese un delincuente.
Eso me pasa cuando veo una noticia como la de arriba, porque siento que esa coerción (no se me ocurre una palabra más elegante) que ejerce un país no sólo frustra al individuo que tiene todo el derecho del mundo a no sentirse identificado con la cultura en donde está inmersa, sino que además ese país se engaña a sí mismo al creer que todos los que izaron esos trapos, lo están haciendo por su propia voluntad y por patriotismo, y no por evitar una multa.
Está de más decir que con esa fórmula, el desencanto que algunos tenemos con este país no sólo continuará, sino que lo agudiza aún más, pues el patriotismo no se logra a costa de amenazas. Bah, ya hablé suficiente lo que opino de aquel concepto. En fin, a menos que no me sorprendan esos “guardianes de la identidad obligada”, prefiero pagar la multa de mierda, aunque sin duda tenía cosas más útiles en qué gastar esa cantidad.
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Así es, me caen muy bien los argentinos, ¿y? 🙂