Algo que escribí

Recorrí esta ciudad de extremo a extremo,
sin ninguna dirección, sin ningún destino,
sólo quise asimilar lo que ocurre conmigo,
desde el día de septiembre que hablé contigo.

No sentí miedo, ni pánico, ni vergüenza,
sentí esas cosas lindas que creía olvidadas,
aquellas que un día de agosto me arrebataron,
hasta que tú me las hiciste ver tan claras.

Desconocidos, extraños, forasteros somos,
nadie niega que no nos conocemos demasiado,
pero el corazón también es un misterio,
y si él nos habla al menos merece ser escuchado.

Quién soy yo para juzgarte y tú para analizarme,
por las heridas que ambos tenemos que sanar,
por las metas que ambos hemos de superar,
sólo se que encontrarte fue mi primer ganar.

El sol se ha escondido y la noche ha caído,
pero las olas y gaviotas no cesan su sonido,
mientras mis dedos siguen trazando este poema,
cuya única inspiración ha sido tu ausencia.

Quiero creer que el tiempo sí es capaz de unir;
me encanta saber de ti antes de irme a dormir;
me encanta saber que cada vez que yo te vea,
tú le devuelves al desierto sus estrellas.



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