Sesgo de “localía”
Hay cosas que sencillamente no me cuadran. Desde hace bastante tiempo aquí se ha dado cobertura en prensa al asunto de que unos mineros quedaron atrapados en una mina subterránea, lo cual se entiende como lamentable y desafortunado, claro. Sin embargo, me llama la atención no sólo el grado de saturación de la prensa sobre el tema, sino el inusual y “desesperado” interés de algunos por conocer minuto a minuto las actualizaciones al respecto, al grado de tocar bocinazos en las calles y celebrar de diversas maneras, incluso suspendiendo por momentos tareas laborales, cuando se supo que los tipos estaban vivos.
Insisto, todo el asunto de estar atrapado me parece muy desafortunado. Pero, ¿por qué tanta conmoción realmente? ¿por la gravedad del hecho o porque las víctimas sean chilenos? ¿es este evento tan o más grave que otras desgracias que suceden en el mundo constantemente?. Digo… en cuánto a gravedad, también han sido terribles los accidentes aéreos del Spanair en 2008 o el AirFrance en 2009, o el alud de Brasil en abril de 2010, o los huracanes que cada año azotan el hemisferio Norte; o en cuanto a similitud, más terrible asoma la explosión de una mina de carbón en Colombia en junio de 2010, con alrededor de 100 atrapados y más de 70 muertos. Ni que hablar de todos los miles (¿o millones?) de animales que en todo el mundo, todo el año, permanecen atrapados en jaulas contra su voluntad, ¿verdad?
No se… no es sólo el hecho que a mí me resulte imposible (ni que esté obligado, claro) sentir identidad por el país, sino que así como considero impráctico desvivirse por todas las desgracias que ocurren en el mundo, considero también “sesgado” desvivirse por esta en particular, como si realmente fuera algo más grave que todo lo demás. Tal como ocurre en sentido opuesto con la Selección de Fútbol, por ejemplo, donde nuestras victorias siempre son por mérito propio o nuestros jugadores siempre cometieron una infracción menos grave/intencionada que la del jugador rival. Sólo opino que en todas las cosas que ocurren, sean buenas o malas, la evaluación debiera ser suficientemente objetiva como para darle su justa relevancia, así como para que el grado de afectación emocional personal sea coherente con nuestras vivencias/personalidad (ej. si yo fuera minero/claustrofóbico/familiar/amigo de alguien atrapado en ese lugar, por supuesto me afectaría de forma más directa).
Ya en plano off-topic, mi temor es que este mismo tipo de sesgos son los capaces de iniciar guerras y conflictos entre los humanos: los representantes del País A siempre creen tener la razón ante los absurdos argumentos del País B, a la vez que los habitantes del País A, no necesariamente racionalizando la situación, sino dejándose llevar por sus sentimientos de “localía”/”identidad”, terminan aceptando que nuestros argumentos son siempre los válidos, con las consiguientes burlas/desprecios de quien ose decir algo a favor de las demandas del País B. Y en el País B sucedería viceversa, por supuesto.