El beso

No está entre mis virtudes expresar este tipo de cosas, pero nunca es tarde para aprender :). Estoy más o menos convencido que la gente, aunque es más notorio en los jóvenes, no presta demasiada atención a los juegos previos que anticipan una relación amorosa. En realidad sí prestan atención, pero no es una atención verdadera a las cosas que le ocurren a uno por dentro, o es sólo una concentración fría y calculadora para terminar el juego previo/cortejo lo más pronto posible para pasar a la “acción física”. Para alguien exaltado esa acción física o éxito se traduce necesariamente en lograr la relación sexual; para alguien algo más mesurado el éxito (en primera instancia) se traduce en lograr el primer beso.

Pero la atención al juego o cortejo previo es algo diferente y muy interesante, creo. Hace mucho, mucho tiempo, yo conversaba sólo amigablemente con Clarisa, de cosas cotidianas y hasta sin sentido. Cuando uno va filtrando ciertas características que despiertan el bichito de la curiosidad extra-amistad, es inevitable que las cosas se tornen y vuelquen hacia caminos más “juguetones”, aunque sin dejar de ser amistosos aún. Empezar a reirse sin motivo aparente o llevar una conversación más allá del objetivo de sólo obtener una respuesta, sino de obtener la respuesta más un “trocito” de la personalidad del otro/a, es una señal (a veces inquietante) de que algo está ocurriendo. Es una lástima cuando ese tipo de señales internas no son compartidas al mismo tiempo por ese otro/a, o bien lo son demasiado tarde, pero no es allí adonde apunto. Apunto a que esas señales internas que le ocurren a uno son muy fuertes, y se vuelven extremadamente poderosas a menos que uno haga algo (si así lo quiere) por evitarlo.

¿Qué quiero decir con esto? Que cuando aquella fría noche de invierno besé por primera vez a Clarisa, y tuve ese éxito tangible como consecuencia de un anterior cortejo intangible, lo que sentí en ese instante fue sólo levemente superior (si no igual) a sensaciones muy poderosas que sentí mucho antes de concretarse ese beso. Y es que yo ya la había besado antes y ella me había besado a mí, muchas veces; todas las veces que nos quedábamos hablando hasta tarde, o preguntándonos las cosas más absurdas, o dándonos gracia que descubrimos una opinión o pensamiento en común; o más aún, cuando en ausencia del otro/a uno se encuentra ante cualquier situación trivial (ej. ver el titular de un diario, o contemplar una cierta escena) que puede asociarse automáticamente con aquella persona (ya sea porque el titular menciona un hecho que sabes le interesa, o porque la escena que viste es de sus favoritas), y en consecuencia uno actúa amorosa y desinteresadamente (tal vez comprando el diario para comentarle la noticia, o tomando una foto a la escena).

El tipo de cosas que mencioné recien, creo que constituyen realmente los primeros “besos” entre dos personas. Un cortejo, idealmente compartido por ambas partes, equivale a besar y sentirse besado virtualmente cada vez que uno o la otra persona realiza gestos amorosos y desinteresados (estos últimos tan poco comunes en la actualidad). Por lo tanto llegar a la fase del beso físico básicamente es eso, traducir tangiblemente algo que ya había ocurrido en forma intangible. El que a uno eso pueda parecerle mucho más potente que el cortejo anterior, yo creo que se debe al nerviosismo de experimentar el contacto y sus factores netamente “físicos” (ej. sentir la respiración del otro, su temblor, su mirada), pero la emoción intrínseca del beso físico no creo que sea inmensamente superior a la de los besos “virtuales” previos.

Me recuerda en cierta forma a la película “Cocoon“. Del modo en que yo lo entendí, a esa mujer extraterrestre le gustaba tener relaciones sexuales con el protagonista, pero tal como éste se dio cuenta, el sexo para ellos no era como lo conocemos acá, sino que ocurría mediante una especie de energía que irradiaba aquella mujer, emitida como una bola de luz que luego de dar unas vueltas por la habitación se impactaba en el pecho del tipo, causándole una sensación de enorme placer (o sea, básicamente era la transmisión de un orgasmo). Jaja, lo siento, pero fue el ejemplo más cercano que se me ocurrió. 🙂



5 thoughts on “El beso”

  • El Qigong exita mas que el sexo real, asi que no es tan raro, la mente es más poderosa que el cuerpo físico

    Virtual Girl

  • Qué lindo el nombre Clarisa… antes me gustaba muchísimo pero no me acuerdo dónde supe que unas monjas se llaman así, y me bajoneé x_x

    A mí lo que más me gusta, o sea me pone nerviosísima pero al mismo tiempo es un triunfo xD, es sentir el olor del otro, el que sale del cuello… aaaaaaaay eso es completamente pro =D

  • Oh, estoy de acuerdo… Rayo de Plata ya conoce las virtudes del mundo físico :).
    Pero sabes, no quisiera volver a oír el nombre de ella. Digamos que estoy 99% recuperado de esa ruptura, y voy por el 1% restante.

  • Qué lindo lo que escribiste.
    A mi juicio tienes razón: el juego previo es algo que se ha perdido últimamente pero es algo… bien raro… como que es algo sin sentido, pero que te llena.
    A mí me encanta el juego previo. Lo que más me gusta es estar como a dos centímetros de la persona y pensar “Lo beso? No lo beso? Lo beso? No lo beso? Lo beso? No lo beso? Lo beso? No lo beso?…” y así infinitamente hasta que lo beso o me alejo, junto con una sonrisa o carcajada.
    El juego es algo que me gustaría que durara para siempre y al mismo tiempo que se acabara pronto.
    Es raro… y bien rico y llenador.

    Creo que me agrada más cuando hablas de cosas que no son de astronomía. O sea, hablar de eso está bien… pero cuando te conozco un poco más es cuando hablas de otras cosas.

    🙂

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