Después de 17 años, volví a bajarme de aquel Ferrari
Los recuerdos que tengo de mi papá son más bien superficiales que profundos, pero eso no quita que hayan sido buenos recuerdos. El falleció cuando yo tenía 10 años, entonces tal vez no alcancé a recibir suficientes “enseñanzas de vida” de su parte, sólo algunas específicas y concretas (ej. “no te dejes llevar por la presión del resto, sigue tus propios principios“), así como otras más generales y tácitas (ej. nunca comprarme juguetes bélicos). Los recuerdos superficiales también se deben a que mis padres estaban separados, entonces el vivía en un departamento. Venía a verme de vez en cuando en la semana, y todos los fines de semana.
Recuerdo nuestras partidas de ajedrez; la técnica que me enseñó para levantar la pelota del piso (hacer un “sombrero”); las salidas a comer pizza prosciuto (cuando una pizza mediana costaba apenas $700 [unos 2 dólares]); las clases “ilegales” de manejo a las afueras de la ciudad (bueno… él se encargaba de los pedales y las marchas, yo sólo llevaba el volante y avanzando a 10 km/h); los viajes a la costanera, donde jugábamos taca-taca (futbolito, metegol) y me compraba fichas de videojuegos. Pero uno de esos videjuegos siempre me llamó más la atención: era de carreras de autos, pero para jugarlo uno se sentaba en un “asiento de auto”, con “pedales de auto” y con una pequeña “palanca de cambios de auto”. Era como estar en un auto.
El juego se llama OutRun, y creo que lo que más me gustó de él no era ese ambiente “realista” para jugarlo. Lo que me gustaba es que, aunque el auto que uno conducía era un lindo Ferrari Testarossa, el resto de vehículos no eran autos todopoderosos o super modernos para la época (estoy hablando de ~1991): los competidores eran autos comunes y corrientes: pequeños, grandes, ostentosos, antiguos, hasta un escarajo! Y hasta habían camiones! Y lo mejor era que los otros vehículos ni siquiera parecían interesados en ganarte, de hecho ni siquiera parecían competidores. Con lo único que debías luchar era llegar a una “meta” antes que se te acabara el tiempo, tras lo cual pasabas a otra etapa con extensión de tiempo. Y los paisajes de cada etapa no eran salvajes circuitos de Fórmula 1 o el centro de una gran metrópoli: eran paisajes simples pero sumamente cautivadores: una avenida junto al mar, un pueblo de casitas pequeñas, un bosque, un desierto, un túnel. Era un juego apasionante, pero sin presión. Era desafiante, pero sin frustración. Y lo mejor de todo es que lo ganaba, una y otra vez.
No tenía idea que el hecho de superar las 5 etapas del juego y llegar a la meta final (donde te daban un trofeo) fuera algo poco logrado. Habían adolescentes que se quedaban mirando mi juego. A mi papá le daba gracia que se quedaran hasta el final, aunque el jugador tuviera menos de 10 años. La verdad es que no me importaba. Yo estaba enamorado de ese juego, y como vine a saber mucho después, cuando tuve Internet, ese amor era compartido por mucha gente en el mundo. OutRun es uno de los juegos más exitosos de SEGA, habiéndose publicado varias versiones desde el original de 1986 (para consola y arcade). Tras investigar un poco vine a saber que la versión que jugaba de niño fue diseñada para la SEGA Saturn, la más avanzada desarrollada por la empresa.
2008 no es lo que era 1991. Hoy no acostumbro ir a los videojuegos, no sólo porque esa actividad ahora se pueda hacer en un computador, sino porque esos lugares son sensiblemente más peligrosos que antes, al menos en mi ciudad. Desconozco si OutRun sigue estando en uno de esos lugares, pero es muy posible que lo hayan reemplazado por juegos más modernos. Así que me puse a buscar en Internet, y descubrí comunidades que han rescatado el juego con mucha dedicación (como www.OutRun.org) y que actualmente hay una versión muy moderna, la OutRun 2006: Coast 2 Coast. No encontré una ROM del juego en versión SEGA Saturn, pero sí de la versión anterior, SEGA Génesis (de la que no difiere tanto), así que con un emulador de dicha consola y mucha emoción, me dispuse a jugar nuevamente OutRun después de 17 años.
Y luego de 3 intentos sin éxito a la par que adaptandome a mis nuevos “controles” (las teclas A, S, D, barra espaciadora y flechas de dirección), volví a lograrlo, en medio de la atrapante melodía “Magical Sound Shower” (oh sí, mención aparte merecen los escasos pero adictivos 3 temas que puedes elegir escuchar durante tu carrera). Después de 17 años, volví a bajarme de aquel Ferrari. La chica de visera se acerca con el trofeo. La chica rubia que me acompañó en todo el viaje pone cara de celosa.