El sueño

Una suave brisa murmurando en el silencio. El tímido roce de las aguas con la arena. Sonido de gaviotas a lo lejos. Yo sentado a las orillas de esa playa, descalzo, mirando al horizonte como si tuviera todas las respuestas, pero a la vez no busco ninguna.

The Sixth Extinction II: Amor Fati es uno de mis episodios preferidos de los Expedientes X. Proporcionó una excelente conclusión a los acontecimientos en torno a la pieza de una nave extraterrestre, un rompecabezas codificado con las respuestas a todas las preguntas de la Humanidad; expuso con lujo de detalles una versión remasterizada del Apocalipsis, enmarcada en una invasión alienígena en tanto que Mulder se encuentra viviendo aceleradamente una fantasía con todas las etapas de su vida, hasta verse postrado en su lecho de muerte mientras el Fumador trata de convencerlo que no hay salvación para el ser humano; otorga una audaz versión de la panspermia y el origen de las religiones con una nave extraterrestre al estilo X-Files, pero ahondando en reflexiones ligadas a nuestra propia visión del mundo.

Pero en especial el episodio me gusta porque me veo bastante reflejado en la trama; en general siempre me he visto identificado con Mulder, y la escena inicial donde él se encuentra a la orilla de una playa, lo resume muy bien. De hecho es una escena que yo mismo siempre he querido reproducir, desde mucho antes de ver ese capítulo: verme sentado descalzo a la orilla de una playa, sólo escuchando el sonido del viento, las gaviotas y el agua humedeciendo la arena. Vestido con ropa liviana e iluminado por los tibios rayos del Sol que anuncian el alba, no hago más que observar y admirar con respeto, sabiendo que el viento, la arena y el mar, presentes en la Tierra desde mucho antes que el ser humano, tiene todas las respuestas. Que no es necesario enfocar al espacio para darse cuenta de la magnificencia del Universo, y nuestro inocente intento por querer comprenderlo.

En ese momento es posible aislar absolutamente todo, incluso los más arraigados prejuicios, temores y tristezas. Sólo permanecen los deseos y la imaginación, pero no hay prisa por usarlos y la naturaleza tampoco tiene prisa de darnos respuestas. Se contenta con notar que ese paisaje resulta ser un paraíso de escape para nosotros, que podremos disfrutarlo sólo por tiempo limitado. En mi caso estar en esa situación me ha servido cuando estoy triste o desanimado por alguna razón. El viento me acaricia el rostro, la arena me masajea los pies y el agua salpicando me refresca. Casualmente, cuando todo eso logró su función y yo recibí algunas respuestas sólo mediante la observación… despierto.
Con ganas de reproducirlo en la vida real.



1 thought on “El sueño”

  • Me gusto tu post, especialmente por el hecho de estar en la playa con unos de los grandes regalos que nos da la Tierra como la Naturaleza, esas instancias son especiales más que para pensar en la grandeza del universo, pensar en la grandeza de mi universo propio, ese conocimiento que adquirimos de nosotros mismos y que nos hace estar cada vez más en paz.

    Saludos!!!

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