La vida que no pude (ni debía) salvar

Hace unos días me sentí igual que los camarógrafos que documentan la vida salvaje. Estaba tipeando en el computador cuando escuché un fuerte ruido, salgo a ver por la ventana -que da al patio- y veo en vivo el macabro espectáculo de la vida a la muerte: mi gata acaba de cazar un gorrión, que en primera instancia logra reaccionar, zafándose de sus garras, aletea y pía desesperadamente… pero ya es tarde. Vilita lo persigue ágilmente y le da captura en pocos segundos. Luego se lo lleva a un sector de mi patio con plantas, atrapado en su hocico.

En ese instante, mi compasión por el bichito es más fuerte que  el tino de ser pasivo ante el actuar de la naturaleza y salgo raudamente al patio. No es primera vez que Vilita agarra un gorrión, y según entiendo, los gatos siguen un particular patrón en estas circunstancias. Aparentemente matan al pajarito, pero no se lo comen, sino que juegan con su víctima y luego van a dejarlo a la vista de su dueño como si fuera un “trofeo”. Eso mismo hizo Vilita la primera vez.

Descansa en PazEntonces llegué donde la gatita, la sostuve como pude e intenté quitarle el gorrión, lo más suavemente posible. Sabía que no debía hacerlo, pero me dio mucha pena que el bichito terminase su vida sólo por el instintivo placer por matar de Vilita. Pero ya era tarde. No había sangre, pero al ser mordido en su cuello el gorrión había muerto asfixiado. Alcancé a ver cómo movía su pico unos breves segundos antes, como pidiendo auxilio, pero ya no emitía sonido alguno.  Así que lo tomé, lo miré, luego miré a Vilita (que me observaba con cara de meaculpa) y acto seguido, decidí que debía dejar a la naturaleza seguir su curso. Le entregué el botín a mi gata, pero en vista que ahora no le prestaba demasiada atención, opté por tomar unas fotos post mortem. No es para nada mi estilo tomar fotografías de animalitos muertos, pero el rostro de este gorrión en particular transmitía una inusual sensación de paz, y el de mi gata una más inusual de arrepentimiento.

Sin embargo, el momento de réquiem fue efímero.  Dejé el gorrión a su suerte esperando que Vilita jugueteara con él y de nuevo me lo trajera de trofeo. Pero esta vez fue su banquete. Apenas dejó unas cuantas plumas. 🙁



3 thoughts on “La vida que no pude (ni debía) salvar”

  • Gata sopapigloba, no entiendo por qué salen a comer pajaritos si ya tienen comida, y menos por qué lo hacen si no es de hambre… serán malos??? Mi gata mayor un tiempo encontró un árbol lleno de nidos con polluelos y en dos semanas mató uno diariamente, y te estoy hablando de polluelos que ni siquiera tienen plumas sino que pelitos o sea no tenían carne. El gato gordo ha llegado un par de veces con plumas prendidas en los bigotes y pone cara de inocente, como los niños que tienen la cara manchada de chocolate y lo niegan.

    Pobres pajaritos. Ni pájaros, ni pollitos, ni lagartijas, ni ratones de cola larga (puaj!!! un día me trajeron un hantoso) muertos para mí.

  • Efectivamente, los gatos matan por placer… y en realidad se ha creado todo un gracioso culto a los gatos, al grado que en la siguiente web (divertidísima) te dan pasos para asegurarte si tu gato está intentando matarte, y una es justamente si éste te trae animalitos muertos, pues aquí dicen que no son un regalo, sino una advertencia! 😀
    http://www.catswhothrowupgrass.com/kill.php

    Y sí, aguanten los perros… pero sólo me gustan los pekineses 😛

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *