Antropocentrismo moderno

Varias veces me toca ver algún ejemplo por la calle sobre cómo, de manera más o menos voluntaria, se expresa un profundo ‘favoritismo’ por la especie humana ante situaciones donde de una u otra forma un animalito siempre termina perdiendo. Me surgió esta inquietud a raíz de un tema en apariencia totalmente aleatorio. Leí este post de blog titulado “¿Debería haber zonas separadas para niños en los aviones?“, del cual me di el tiempo de leerle varios comentarios y descubrí que en ciertas ocasiones el tema hace alusión a la situación de las mascotas en un vuelo.

Respecto al tema del post, es a cuenta de los largos vuelos transoceánicos, y la incomodidad que representa soportar los berrinches/gritos/llantos de un niño por unas 10-13 horas, generalmente sin que los padres hagan algo al respecto; y la solución propuesta de que existan zonas separadas para familias con niños, a fin que no perturben la tranquilidad de los demás. Personalmente estoy de acuerdo con esto, ya que el problema en sí no es el berrinche, sino la situación ‘cautiva’ de estar dentro de un aparato sin poder irte, cambiarte de asiento o intervenir de alguna manera (si es un bebé puede ser imposible calmarlo y si es más grande, tal vez los padres ni colaboren en ello). Situaciones similares ya se han implementado en hoteles y restaurantes, y no me parece que alguien se queje de ello.

En fin, quise mencionar este tema porque entre todos los comentarios del post que cité, unos cuantos un poco más airados abogaban incluso por meter a los niños en la bodega del avión, tal como se hace con los animales domésticos actualmente. Lo primero que se me vino a la cabeza tras leer esto, no fue una inmediata compasión hacia un hipotético grupo de infantes encerrados en aquel habitáculo oscuro,  silente, entre maletas y turbulencias. Más bien fue recordar de golpe lo terrible de esta situación para los animalitos que no tienen otra alternativa para volar, más allá que se les puedan dar calmantes o pastillas para dormir antes del viaje (ya que la razón prioritaria para que no viajen en cabina, es debido a que hacen ruido, ¿no?).

Mi percepción es que, yo siempre he considerado a los animales como indefensos, y por ello encuentro más pertinente preocuparme de ellos en muchos casos. El nivel de indefensión que tienen lo pondría en una situación muy parecida al de un bebé, ya que tienen limitada su movilidad, lenguaje e intelecto, entonces su poca gama de acciones disponibles (e.g. berrinches) tampoco es susceptible de ser controlada todo el tiempo. Por todo ello, más que aplicar la solución tajante de lanzar a los niños a la bodega del avión, aplicaría 2 soluciones simultáneas: crearía una zona separada para familias con niños, pero también una zona para animales, dentro del avión. Imagino que la misma “tecnología” para que esta zona de niños cumpla su objetivo se puede aplicar en la de animales, a saber, alguna pared anti ruido o algo similar. Y sí incluso llega a fructificar una propuesta que leí, sobre adornar esa hipotética zona como una “guardería” para que los infantes lleven mejor el viaje (juegos, juguetes, etc.), solicitaría lo mismo para la zona de animales: algún juguetito, cuadrado con arena, comida para animales, etc.

Todo esto puede sonar a que estoy equiparando a niños con animales, y ahí es donde seguramente estoy despertando ese sentimiento antropocéntrico moderno, que se espanta ante cualquier atisbo de rebajar la condición humana de la de “las bestias“. Pero para el lector que haya asimilado objetivamente estas líneas, lo que estoy equiparando es la conducta que tienen niños (mayoritariamente bebés) y animales, que ciertamente es equivalente en cuanto a su controlabilidad. Visto de este modo, no veo tan dramático dar algo más de dignidad a los animalitos, no someterlos a la tortura de volar en la completa oscuridad de una bodega de equipaje, y darles un trato “especial” como se les podría dar a los infantes, al situarlos en una zona donde sus conductas no molesten al resto de pasajeros que se supone tienen criterio formado y pueden comportarse adecuadamente durante un largo vuelo (esto no excluye que deban tener sus vacunas en regla u otros requerimientos sanitarios, claro).

Por último, sólo quiero hacer hincapié en que no por abogar por alternativas de este tipo (en el caso de los niños) uno se torna inmediatamente en ‘separatista’, ‘egoísta’ o cosas similares. Visiones fanáticas de la realidad siempre terminan tergiversando la realidad, y creo que lo mismo ocurre con visiones antropocéntricas. Un niño merecerá el derecho de volar cómodamente, pero mientras no pueda controlar sus actos, situarlo en una zona donde no moleste la comodidad de los demás, me parece completamente normal.  Y respecto a las mascotas, afortunadamente ya se hacen cosas para su comodidad, con una aerolínea que sólo transporta mascotas -y en cabina-, PetAirways. Ojalá estás ideas se expandan…



Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *